¿CÓMO PODEMOS BUSCAR ALGO QUE NO HEMOS PERDIDO?

Quizás de entrada pueda parecer poco hábil pretender buscar algo que nunca se ha perdido. Se pierden unas llaves y se buscan. Se pierde una cartera y se busca. Sin embargo, ¿ las parejas se pierden y por eso las buscamos?

Considero que inicialmente suele existir un malentendido entre TENER PAREJA Y SER UNA RELACIÓN. Las parejas ni se buscan ni se encuentran, APARECEN ,y lo que aparece es la atracción de tu “imán amoroso” interno. Eso es lo que permite que te encuentre.

Ahora, SER/ESTAR EN UNA RELACIÓN, es un proceso de construcción, de creación a través de dos creaciones ya existentes. Un sendero de edificación mutua, a corto, medio y largo plazo. La relación es un nexo de idoneidad mutua y profunda. La posibilidad de crear desde dos universos variopintos y  desiguales. Una  alternativa dispuesta y  entregada para evolucionar en la existencia. Es “elegirnos” y darnos permiso para tallar afinidades, valores, libertades, proyectos, obstáculos. Para esmaltar de afecto nuestros miedos y heridas. Para crear espacios donde paseen de la mano la mimoterapia y el lenguaje con encanto. Para examinar nuestro mundo emocional, espiritual y sexual.  Es ubicar en una misma persona al maestro y al alumno para engendrar magia.

Y sobre todo, esa correspondencia se nutre por la cercanía de frecuencias vibratorias de cada miembro, donde se entrelazan maneras similares de pensar, de sentir, de fluir, y forman una alianza conectiva que les permite percibirse acompañados, plenos de ilusión. Es quizás uno de los rincones más bellos de los que puede disfrutar un ser humano: TE AMAS Y TE SIENTES AMADO.

En definitiva, para abrillantar y expandir lo que ya somos: AMOR VERDADERO.

Nuestra cosecha en la relación será el fruto de los cuidados diarios que nos proporcionemos ambos.

¡¡ Así de…CASI SENCILLO !!

En definitiva, debemos ser conscientes que un vínculo de pareja es una gran huella en nuestro proceso de transformación existencial.

Así que, ELIGE BIEN A TU PAREJA, PORQUE ES EL REFLEJO DEL AMOR QUE TE PROFESAS A TI MISMO.

Un Almabrazo.

Manuel Conde